El pueblo del Tibet fue invadido por China en 1959, su lider espiritual el Dalai Lama, vive desde entonces en el exilio en India. Las próximas Olimpiadas, a realizarse en Beijing en este año, le han dado a los tibetanos la oportunidad de despertar la solidaridad del resto del mundo, especialmente al paso de la antorcha olímipica. No será una guerra pero sí una incómoda piedrecita en el zapato de clavos.