miércoles, 4 de junio de 2008

WESTERGAARD

Este no es un sitio que pretenda dedicarse sólo a comentar noticias y, en el caso de que fuera meritorio, criticarlas. Pero esta noticia me toca, y honestamente, me arrebata. Ocurrió esta semana en Islamabad (Pakistán), y resultó una tragedia de diez muertos y treinta heridos. La razón: una caricatura publicada en 2005. Está visto que, como críticas, los dibujos humorísticos pueden desatar tanto la más fresca y sonora carcajada como la más fatal de las furias. Lástima que, contra la locura, al humor le cobren a veces, como ésta, en vidas inocentes.

Kurt Westergaard es danés, y en setiembre de 2005 publicó, junto con otros 11 dibujantes, sendas caricaturas en el diario Jyllands Posten de Copenhague. El tema de los trabajos era el mundo musulmán. En mi modesto criterio, gráficamente la caricatura de Westergaard no era tan buena. Supuestamente representaba al profeta Mahoma, y lo hacía ornándolo con un turbante-bomba del cual salía una mecha encendida. Sin embargo, creo que resumía muy bien la idiosincrasia que los seguidores de Mahoma han hecho conocer, y hasta temer, en el mundo occidental; el mensaje sí me pareció excelente. Y, lamentablemente no tardaron algunos musulmanes en darle la razón; atentados de protesta cobraron entonces 50 muertos en diversas representaciones danesas en el mundo.

En febrero de 2006, la policía danesa descubrió un complot urdido por tres musulmanes para atacar la casa de Westergaard y matarlo. El dibujante y su esposa tuvieron que mudarse, y él dejar su trabajo en el Jyllands Posten. Al día siguiente, todos los diarios daneses publicaron la polémica caricatura como demostración de solidaridad, y desafío a los violentistas. Este pasado lunes, amanecimos con las imágenes del devastado edificio en Islamabad. Era la Embajada de Dinamarca, y un coche bomba había soltado sobre ella el instantáneo, cegador, soplo de la muerte. Saldo: 10 muertos, 30 heridos.

Westergaard vive protegido aunque ha vuelto a su trabajo. Es de imaginarse la paranoia que ha soltado todo esto en su vida. Son muchas las instituciones de defensa de la libertad de expresión y de los derechos humanos que se han solidarizado con él desde los sucesos de 2005, porque toda esa violencia que pretende tomárselas contra él por expresar su punto de vista libremente, hiere directamente a la universal libertad de expresión. Pero no basta: la furia, la intolerancia, el fanatismo siguen, y matan. Y es contra ellos que hay que expresarse; que, más allá de las religiones, la vida ha de ser un objeto de culto, que las creencias y los profetas no pueden ser excusas para la muerte, banderas del miedo, amenazas antes que historia, abuso más que enseñanza. Que hoy los que tienen pretextos para querer matar dibujantes, mañana podrían tenerlos contra los analfabetos o los intelectuales, o los de pelo castaño, o los niños menores de 6, o los miopes, o los que usan botas, o los que se bañan con agua tibia, o los que bailan a solas, o las amas de casa que escriben poemas, o los ancianos viudos, o los paleontólogos, o los que toman el café sin azúcar…