miércoles, 14 de mayo de 2008

Avecitas

-En Pediatría, tú conoces, encontrarás rápidamente a Tania. Tania es una niña flaquita, de cabello largo, lacio; tiene 10 años pero parece menor, como de 7. La mañana que nos conocimos, por esperar sus exámanes, no había tomado desayuno, y eran las once y media; aun así se dio el tiempo para una sonrisa. La reconocerás porque a su lado lleva siempre a su madre, una señora gruesa, alta, de cabello muy fino y escaso, que se pasa el tiempo dando recetas inexplicables contra el cáncer de cerebro, moviendo atropelladamente una boca en la que han desaparecido todos los dientes del frente. Son inseparables. La buena señora parece estar siempre ansiosa por hablar de su hija y la mejoría que cada día muestra -el interno Jiménez me sigue con atención, por momentos lo vco intentando abrir su libreta de notas para apuntar mis indicaciones. Si se reprime es porque le he explicado que nada de esto será complicado, y que no necesita tomar apuntes porque no es clase de nada. Prosigo:
-A Fabrizio lo acompaña su papá. Es un señor de unos 32 años, que anda vestido con ropa deportiva, y siempre está hablando por el celular. Ellos han venido de Arequipa. La mamá ha vuelto recién para allá porque tiene otros niños que atender. El papá de Fabrizio, de nombre César,creo, es ingeniero de minas y ha pedido licencia en su trabajo para permanecer al lado de su niño hasta que esté bien. Fabrizio tiene 8 años y aún no saben qué es lo que tiene; sólo saben que es algo tan malo que le impide caminar -Jiménez trata de interrumpirme pero se aguanta. Continúo:
-Toño no está en Pediatría pero tú vas a encontrarlo. Tiene 23 años y un alta forzada porque el hospital dice haber agotado sus técnicas en él, y no saber qué hacer contra el tumor que crece en su cerebro. Su madre es una señora muy linda y fuerte, del tipo que me gusta; magnolia de acero, de las que bajo una cáscara tierna esconden una fortaleza capaz de aguantar todo; de las que andan por la vida sin noción alguna de lo que puede ser la tregua o la rendición, inmunes a la desesperanza -Jiménez ha abierto mucho los ojos, interrumpe tartajeando:
-Guau, dóctor, ¿hay gente así?
-Gracias a Dios, Jiménez, hay. Pero faltan. Y no me llames "dóctor" ni "doctor", no soy doctor... Soy un paciente ¿recuerdas? Bueno, gracias al tesón de su mamá, Toño sigue internado, espero... Listo, le dejas una a cada uno -Jiménez toma las pajaritas de papel con cuidado y sale de la habitación. A poco, regresa:
-Me ha dado cuatro, doctor, perdón: señor...
-La que sobra es para la mamá de Tania. Se la prometí.
-¿Y significan algo?
-Esperanza. Anda ya -recuerdo la atención que pusieron todos en la estrecha sala de espera mientras yo doblaba papeles y armaba avecitas. A la siguiente prueba iré con los adultos. Lástima.