viernes, 10 de octubre de 2008

Discurso de Despedida

Queridos alumnos:
Dado que somos criaturas frágiles que no pueden pasar mucho tiempo a la intemperie o sin ingerir alimento, será indispensable que un día dispongan de dinero o que, como ahora, aquellos de quien ustedes dependen dispongan del dinero suficiente para pagar por sus alimentos y la conservación de su integridad física.

Dicho de otra manera, todas las personas, requerimos de condiciones que nos ayuden a preservar la vida, y esas condiciones, en este mundo moderno se compran; para ello es necesario el dinero. Es por eso que todas las personas en el mundo requerimos de dinero. Y para conseguir ese dinero quedan pocas opciones.

La forma más común de conseguirlo es trabajando, es decir contribuyendo en algún paso a la producción de algo tangible o intangible; trabaja tanto el que construye un edificio como el que transporta frutas, vende televisores, o calcula costos o las dimensiones de una casa.

Cuando trabajamos invertimos nuestra energía física, mental y emocional, y ello debe dar por resultado la facilitación de un determinado proceso productivo; es en la difícil medida de ello que recibimos un pago. Y digo en la “difícil medida” porque cuantificar el trabajo de una persona, mientras más alejado está de la inversión de energía física, es una tarea llena de elementos subjetivos y, por ende, casi imposible de ser correspondida con exactitud; es mucho más sencillo cuantificar el pago por un número de ladrillos puestos en el levantamiento de un muro, que por la elaboración de un recurso legal, la colocación de una válvula en el corazón, o una hora de psicoterapia.

Es así como la mayoría de las personas conseguimos el dinero: trabajando. Pero esto no quiere decir que trabajar sea la mejor forma de conseguir dinero pues trabajar implica muchas veces estar en peligro o insatisfecho, ser explotado, no tener tiempo para disfrutar en actividades distintas al trabajo, aburrirse, o sufrir presiones y maltratos. Sin embargo, es la forma más popular de percibir dinero.

La gran mayoría de las personas se provee de dinero trabajando o recibiéndolo de otros que trabajan y producen dinero. En vuestro caso, vuestra juventud les facilita sobrevivir gracias al trabajo de sus padres. Pero no crean que son los únicos que pueden tener las ventajas del dinero sin trabajar; hay otros.

En primer lugar, están los accionistas de grandes empresas. Ellos aportaron fondos para que la empresa se creara o mejorara en su funcionamiento. Ahora ya no necesitan aportar más pues la empresa salió adelante, y ellos, en mérito a su apoyo inicial, reciben lo que se llama “dividendos”, es decir una parte de las ganancias de la empresa que se divide entre todos los que aportaron dinero. Los accionistas, que es así como se les llama porque su aporte esta contabilizado en documentos valorizados, las acciones, reciben dinero sin trabajar. Pero son muy pocos, rarísimos. Y a veces ponen su dinero en empresas que no se logran, que fracasan. En esos casos, simplemente pierden su dinero, y seguramente se ponen a trabajar para conseguirlo.

Luego están los que reciben rentas, es decir que usan propiedades que adquirieron con el producto de su trabajo, o que heredaron del trabajo de otros, para adquirir algo que alquilan: casas, automotores, terrenos. Ellos no trabajan pero adquieren dinero regularmente gracias a la renta que les significa alquilar sus propiedades.

Otros que perciben mensualidades sin trabajar son los jubilados. Ellos trabajaron hasta que llegaron al límite de edad que impone la ley de cada país, y mientras lo hicieron fueron juntando una parte de su salario en un fondo que luego se les va entregando mensualmente hasta que mueran. De corriente, los jubilados son ancianos y no es por mucho tiempo que se les paga esa pensión.

El otro grupo que puede tener el privilegio de percibir dinero sin trabajar son los delincuentes. Estos reciben dinero de otros que trabajan para ganarlo, y para ello usan medios violentos o no violentos. Los violentos son normalmente los que se hacen famosos en asaltos a bancos o a personas en las calles; usan armas, y de corriente matan a alguien o mueren en el trámite de cargar con el dinero ajeno. Solemos verlos en los medios de comunicación pues tomar el dinero ajeno es un crimen, y el crimen es siempre noticia. Los no violentos son igualmente peligrosos pues, aunque normalmente no ponen en peligro la vida de aquellos a quienes les quitan el dinero, están en casi todas las instancias sociales y tienen una gran eficacia. Se valen del engaño, del abuso de confianza, de la estafa y del poder. Los que se valen del poder son los que llamamos políticos. Estos suelen engañar desde una posición privilegiada dentro del aparato estatal de un país o por las relaciones que guardan con aquel. Los países menos favorecidos suelen ser paradójicamente los más afectados por esta clase de delincuentes.

Mi primera recomendación, queridos alumnos, es que procuren con toda su alma resolver el tema de la percepción de dinero de forma sostenida lo antes posible -si fuera posible, empiecen al salir de esta reunión-, pues no contar con él con regularidad puede llegar a ser una gran fuente de angustia, y sobre todo un grave escollo en el desarrollo personal, pues de corriente el temor que tenemos a las carencias personales, que con el paso del tiempo se multiplican y dejan de ser sólo la intemperie o el hambre, traba nuestras capacidades y nuestra creatividad. Y, además de alguna enfermedad fatal de esas que tienen versión juvenil, la pérdida de la capacidad creativa es el peor daño que se puede sufrir cuando es joven.

Mi segunda recomendación es que en la voluntad de resolver prontamente el tema de la percepción de dinero, no opten por el delito como medio para procurarse el dinero pues aquel suele ser descubierto y condenado. Es demasiado probable que si optan por el delito, canjeen su encubierta desidia para el trabajo por unos años de cárcel o la muerte. En cualquiera de los casos, es ineludible que causarán dolor a otros. Y al final, lo que más deseo para ustedes es que no tengan la oportunidad de causarle dolor a otros, sean todo lo felices y solidarios que puedan y aprovechen cada día en toda su extensión pues aunque hoy no les parezca, la vida es un evento demasiado breve.

Gracias.

(Discurso de despedida dirigido por el rector de la Universidad Privada de las Santas Bodas de Caná a la primera promoción de la Facultad de Ciencias Políticas, 17 de agosto de 2002)